martes, 22 de mayo de 2012

Desborda la alegría en Torreón

Torreón, Coahuila— La frustración se convirtió en alegría y la afición de Santos la descargó ayer en las calles de la ciudad.

El desfile del campeón del futbol mexicano no sólo resultó multitudinario, sino catártico.

Al menos 250 mil personas, cifra que manejaron las autoridades de Torreón, se echaron a las calles para vitorear a los ídolos, a los nuevos elementos del Olimpo particular lagunero.

A pesar de los 36 grados que para las 17:00 horas, tiempo de la cita para iniciar el desfile, hacían en la Comarca, hombres, mujeres y niños se apoderaron de las principales arterias de la región.

“No importa el calor, no importa nada, estamos aquí porque este equipo lo merece, porque Santos es mucho más que un equipo es un símbolo de La Laguna”, explicó Edgar, un padre de familia eufórico, que ayer faltó a su trabajo y llevó a la caravana a sus 2 hijos.El par de niños, como miles más, atestiguaron cómo la euforia absoluta se convirtió en caos y en lentitud, porque el grupo de autobuses que encabezaron la caravana recorrió los 24 kilómetros de la ruta en más de 4 horas.“Se trastocó un poco el recorrido por la enorme cantidad de gente que salió a las calles, pero bueno, al final era una fiesta y los aficionados se comportaron de forma inmejorable, pues no hubo ningún contratiempo”, explicó Adelaido Flores, director de la Policía de Torreón, corporación que encabezó la logística de seguridad.

Y Flores no se equivocó, ya que los seguidores laguneros tuvieron un comportamiento ejemplar; conscientes de que era una fiesta, de que se trataba de la verbena que todos esperaron, el momento de sacar todos los gritos ahogados en la garganta en los últimos años.

“Sólo me queda agradecer a esta bella afición todo lo que nos da y confirmarles que nosotros trabajamos para ellos y nos debemos a ellos. No me cabe duda, la fe de Santos mueve montañas”, dijo un eufórico Alejandro Irarragorri, presidente verdiblanco.

Los laguneros, muchos que evadieron el trabajo o la escuela, llevaron en volandas al autobús santista hasta el punto final del recorrido: el emblemático punto de Cuatro Caminos.

Allí, ya no hubo más resistencias la fusión entre seguidores y futbolistas resultó casi simbiótica. Y no era para menos, habían esperado 4 años para semejante catarsis.

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